Tuesday, March 16, 2010

LA GUARIMBA

El vocablo guarimba significa “refugio”, en uno de los dialectos que heredamos de los caribes. Guarimba es el nombre de un famoso juego callejero de niños, sobre todo, en tiempos donde no había Internet ni juego electrónicos.

Se dibujaban - con un pedazo de carbón o una tiza - dos grandes círculos (dos grandes guarimbas) en el pavimento de la calle. Entre cada círculo había unos 15 metros. Todos los muchachos, menos uno, se metían en uno de esos círculos y el juego consistía en correr entre ambas guarimbas sin ser tocado por aquel que estaba fuera de los círculos, cazando a quienes corrían de un refugio a otro: de una guarimba a otra. En la medida en que un muchacho era tocado fuera de alguna de las dos guarimbas, tenía que convertirse en perseguidor. En algunos casos se empleaban árboles como “guarimbas”. Cuando un muchacho (o muchacha) llegaba al árbol, solía decir: “¡toco guarimba!” y al “tocar guarimba” no podía ser convertido en perseguidor.

En épocas del dictador Pérez Jiménez, la resistencia cívica diseñó un método de subversión donde se empleaban las iglesias como refugios, como guarimbas. Se operaba en contra de la dictadura para luego correr a la seguridad de las iglesias, de las guarimbas. A esta estrategia de empleo de las iglesias como refugio se le llamó, entonces, “La Guarimba”. En aquella oportunidad no se hablaba de trancar o tomar las calles, la idea era hacer actos de sabotaje cercanos a las iglesias para luego correr hacia ellas, donde se refugiaban antes de que “los tocaran” los esbirros del régimen perezjimenistas. De esa manera “jugaban” a la guarimba.

A raíz de la “Masacre del 11 de Abril” (también llamada “La Masacre de Miraflores”, acaecida el 11 de abril del año 2002, donde fueron masacrados más de 20 venezolanos y hubo cientos de heridos por balas de fuego), nos dimos cuenta de que no nos podíamos desplazar hacia un objetivo, por muchos que fuésemos. Vimos cómo en cuestión de segundos, casi un millón de opositores que marchaba hacia las cercanías del Palacio de Miraflores, fue dispersado por un puñado de franco tiradores que hasta hoy no se sabe de dónde salió y desde dónde disparó.

Fue entonces cuando le echamos mano a aquel concepto de refugio que nos llegó a través de “La Guarimba” anti-perezjimenista, para diseñar una estrategia donde el elemento fundamental de protección fuese la vivienda de cada quien, es decir: la guarimba de los sublevados, en nuestra Venezuela moderna, la de Hugo Chávez.

Como verá el lector, guarimba no es sinónimo de barricada, ni de violencia, ni de enfrentamiento. Guarimba significa refugio, aunque el término haya sido satanizado mil millones de veces por el régimen e incluso, por la propia oposición genuflexa y cómplice.

El fin de toda “guerra de resistencia” es la sublevación cívica, activa, generalizada y sostenida. La manera correcta de sublevarse debe ser a través de “La Guarimba”, es decir: bloqueando la calle al frente a nuestras viviendas (nuestras “guarimbas”), sin desplazarnos más allá del frente de ellas y, SOBRE TODO, sin confrontar. Al paralizar total y absolutamente el país de una manera sostenida, se logra la INGOBERNABILIDAD del régimen. Como resultado, se produce (o se debe producir) una “implosión”, es decir: una INSURRECCIÓN militar interna.

Pero estos conceptos y objetivos fueron desvirtuados y distorsionado una y mil veces por los mismos líderes de la supuesta oposición. Llegó un momento en el cual no se sabía si guarimba quería decir sublevación o simplemente, boicot. Así nació la guarimba hospitalaria, para definir las huelgas de brazos caídos de los médicos y enfermeras que pretendían mejorar sus salarios y demás condiciones laborales. Se hablaba de la guarimba educativa, para referirse a los maestros que protestaban ante el Ministerio de Educación para conseguir mejorías contractuales.

“La Guarimba” debutó en Venezuela el 27 de febrero de 2004, cuando el régimen autocrático de Chávez persistía en no oír el clamor de todo un pueblo que velaba, ingenuamente, por llevar adelante aquello que se conoció como Referéndum Revocatorio, un derecho contemplado en la constitución venezolana que terminó en algo parecido a un garabato, al desconocerse y trampearse los verdaderos resultados comiciales.

Pero el pueblo de Venezuela no estaba preparado para guarimbear en la modalidad muy específica en la cual fue rediseñada, de acuerdo a las condiciones muy particulares que se daban en la convulsionada Venezuela del comienzo de aquel año 2004.

La gran diferencia entre “La Guarimba” diseñada en Venezuela y los movimientos masivos de calle de otros pueblos, es que en la primera se le exige a los participantes no trasladarse más allá del frente de sus respectivas viviendas, donde construirán barricadas que deben repotenciar de acuerdo a las necesidades, SIN CONFRONTAR jamás con los esbirros del régimen, retirándose, estratégicamente, a sus respectivas viviendas (o guarimbas) en caso de una arremetida de las fuerzas oficialistas o de sus grupos paramilitares, como los Tupamaros, el FBLN, la Reserva, las Milicias Campesinas, la Piedrita, etc.

Si revisamos la obra del Dr. Gene Sharp, “De la Dictadura a la Democracia”, entenderíamos la necesidad de no agotarnos, de preservar la buena salud de cada ciudadano en resistencia y de contar con una logística que nos permita prolongar la acción de calle durante un período determinado de tiempo.

La estrategia de la resistencia no-violenta propuesta por el Dr. Sharp, como veremos más adelante en este libro, contempla un levantamiento masivo final, como culminación de una campaña de resistencia ciudadana, en la cual se evite la violencia, como factor fundamental de la misma. No era llevar al pueblo opositor, de una sola vez, hacia la sublevación, la cual tendría que ser cívica, activa, generalizada y sostenida. Se requería de un verdadero movimiento de resistencia cívica (de parte de la sociedad civil) o ciudadana, con una dirección clara y tremendamente bien definida… como veremos más adelante.

“La Guarimba” es una opción que siempre estuvo vigente en la Venezuela de Chávez, pero nuestros líderes la menospreciaron y la desecharon como herramienta de lucha.

Guarimbas clásicas espontáneas, englobando el concepto de la sublevación cívica sin violencia o con un bajo nivel de violencia, habían dado sus frutos en diferentes puntos del globo terráqueo, aplicadas por grupos étnicos muy diferentes los unos de los otros. He ahí el caso del derrumbamiento del muro de Berlín, la eliminación de la dictadura de Marcos en Filipinas, el afianzamiento de la democracia en Ucrania, la desestabilización total de los gobiernos de Argentina, Bolivia y Ecuador, por tan sólo mencionar unos pocos.

Son muchísimos los que se atreven a asegurar que “La Guarimba” del 27 de febrero al 5 de marzo de 2004, fracasó en Venezuela.

Quienes así se expresan no son otros que los acólitos propagandísticos del régimen, gente desinformada, tontos útiles o los peores: aquellos politiqueros de la oposición que se conforman con el podrido y maloliente hueso empellejado de poder que, desde las alturas, les lanza el tirano. Individuos, éstos, apátridas y oportunistas que saben que con el régimen de Chávez “agarran – MIENTRAS TANTO – manquesea fallo…”

Ese intento de “ir tirando”, mientras se pueda… a ver qué pasa, me recuerda el cuento aquel del prisionero al que lo manda a matar el rey y pide que lo lleven frente al soberano. Una vez en su presencia, le explica que no lo puede matar, porque él es capaz de enseñar a hablar a su caballo en el lapso de un año. Cuando el rey escuchó tal maravilla, acepta a concederle ese tiempo, y después ya verá.

Cuando regresó a su calabozo y le explicó a su compañero de celda el trato que había hecho con el rey, éste le preguntó que si está loco, a lo que el condenado le respondió: “¿loco? En un año, o se muere el rey o se muere el caballo… ¡o me muero yo!”

Antes de entrarle de lleno a la historia de La Guarimba, tenemos que remontarnos unos meses antes, cuando la oposición entregó las firmas finales para solicitar el Referéndum Revocatorio. Sucedieron hechos tremendamente importantes, que fueron enardeciendo a los venezolanos y en los cuales se evidenció, una vez más, la mano de la conchupancia. Hoy lo sabemos.

La tarde en que la oposición entregó las firmas ante el C.N.E., el “ciudadano” Leopoldo Castillo llevó como invitado a su programa a Henry Ramos Allup – Secretario General del partido Acción Democrática –, quien entró al set del estudio levantando siete dedos de entre sus dos manos. Todo el mundo lo interpretó como que se habían recogido – y entregado – SIETE MILLONES DE FIRMAS. Aquellos dedos de Ramos produjeron mucho de qué hablar.

Sin embargo, cuál no sería nuestra sorpresa, cuando en el “conteo” oficial de las firmas, el régimen declaró un poco más de 3millones… y la oposición NO PROTESTÓ. Es de hacer notar que Ramos Allup, el mismo que entonces se comunicaba – corporalmente – con los venezolanos, anunciando la recolecta y entrega de 7 MILLONES DE FIRMAS, hace poco, luego del HIPER MEGA FRAUDE del 15F2009, fue uno de los que se empató en la campaña para establecer la infame matriz de opinión donde se asegura que somos – años después – un poco más de 5 millones.

Lo cierto fue que durante esos días la calle se volvió a prender. El régimen comenzó con el cuento chino de las “firmas planas”, que eran aquellas (más de 800mil firmas) cuyos datos fueron llenados por una misma persona, como si se tratase de una “plana”, de esas que los estudiantes hacen en las escuelas. Lo que en realidad sucedió fue que, para agilizar la operación de la recolecta de firmas, los recolectores les hacían firmar en unas planillas a los interesados en que Referéndum Revocatorio se diera y los datos los llenaba el recolector. Era evidente que las firmas eran todas diferentes, pero los datos mostraban la misma caligrafía, de ahí el calificativo de “planas”.

En mi programa radial para Miami, desde Venezuela, todos los jueves, invité por esos días a tres jóvenes que se habían destacado en la organización de la recolecta y entrega de aquellas firmas, entre quienes se encontraba un nuevo político del partido “Primero Justicia”, llamado Juan Carlos Caldera. Le acompañaba un representante del partido “Copei” y un “asomado” de esos que siempre están en el medio de todo.

Como el tema de moda era “dónde estaban las firmas faltantes”, hice la pregunta al aire. La respuesta fue que no había tal diferencia, que las únicas firmas que no habían llegado a tiempo para la entrega ante el C.N.E. fueron las que venían de lugares apartados como el Sur del Estado Bolívar, Ayacucho, etc. “¿Cómo venían esa firmas, en burro?”, les pregunté… por respuesta recibí una risita cómplice. “¿Qué significaban aquellos famosos siete dedos que Ramos Allup le mostró al país a través de las cámaras de Globovisión en el programa del “ciudadano” Castillo?”, fue mi próxima pregunta. “Ah, tú ves… no lo sé” – respondió Caldera – “eso tendrías que preguntárselo a Ramos Allup.”

Sin embargo, al ir al corte de comerciales y para identificar la estación (Radio Mambí, Miami), nos pusimos a conversar sobre el tema y como siempre sucede, se dicen cosas fuera del aire, durante los comerciales, que son más interesantes que la que escucha el radio-oyente. Juan Carlos Caldera tomó la palabra. “Robert, la oposición tuvo que pactar con Chávez para que nos dejara ir al Referéndum Revocatorio. Parte del acuerdo fue que no podíamos presentar tantas firmas, así que las tuvimos que botar.” Luego fueron más explícitos. La labor de la desaparición de firmas le tocó a Súmate y la ciudad donde más firmas terminaron en el pipote de la basura fue Valencia, capital del estado Carabobo.

¿Para qué botar firmas si con aceptar la cifra que el régimen considerara “prudente” tenían?, pensé yo. En situaciones normales, dentro de un país normal, donde la política tiene vital importancia, pactar no es una traición. ¿Pero pactar con Chávez? Me parecía algo ingenuo… ¡el ingenuo era yo! Todavía no tenía la certeza de que existía una conchupancia generalizada entre la INMENSA MAYORÍA de los dirigentes de la “oposición” (por no decir todos) y el régimen. Una vez más nos montaron en la olla.

Aquel referéndum, que terminó llevándose a cabo en agosto de 2004 y que, según muchos, Chávez no quería dejar que se realizara, llegó a un final “feliz”. Feliz final para el régimen, claro, quien produjo el primer gran fraude electoral de la “Era Chávez”, a pesar de que nos dijeron que el mismo estaba “blindado”: ¡a prueba de fraude!

Recordemos aquellos momentos históricos que precedieron a La Guarimba en una Venezuela que ya venía convulsionada por los eventos arriba mencionados.

El 2004 fue un año que comenzó con un mal pie, gracias a la manipulación maquiavélica que el régimen desarrolló en torno al mencionado tema del funesto evento que mentaron “Referéndum Revocatorio”, un invento de Chávez copiado de uno que Castro en Cuba llamó “El Proyecto Varela”. Una farsa comicial que él, Chávez, siempre tuvo la intención realizar.

Corría la última semana del mes de febrero de aquel año y se estaba llevando a cabo en Caracas una cumbre – coja y mocha – del llamado “Grupo de los Quince”.

Muchos de los presidentes del mencionado grupo no asistieron a la cumbre, temerosos del estado de convulsión, de crisis política y de ingobernabilidad que reinaba en Venezuela por aquellos días.

Ante la negativa del régimen de atender el clamor de un importante y mayoritario sector de la población, la oposición convocó para el 27 de febrero (2004) una justa y necesaria marcha hacia el C.N.E., la cual fue brutalmente reprimida por los efectivos de la Guardia Nacional adeptos al régimen.

Ante tal represión oficialista, ese mismo día 27 de febrero (2004), estando dadas las necesarias condiciones objetivas para una sublevación general y nacional, la Coordinadora Democrática, por boca de su entonces líder – el Gobernador Enrique Mendoza – y más tarde por boca de uno de su más importantes voceros – el diputado Andrés Velásquez – se convocó a todo el pueblo opositor a “tomar sus calles” (sin mencionar el vocablo Guarimba) a partir de las 6 de aquella misma tarde. La convocatoria se hizo, originalmente, a través de las cámaras de Globovisión, en un spot que duró varios segundos.

Tenía ya dos años promoviendo la estrategia por el nombre de “La Guarimba”. En cada artículo que enviaba – a un promedio de 1 cada 1.7 días – me cuidaba de mencionarla y de explicarla. Los buzones que recibían estos “alertas” (como le llamaba a mis ensayos enviados por la Internet), pasaban los 300mil. Con el poder de divulgación que demostró tener la red cibernética, un importante sector del país conocía de la existencia de nuestra estrategia, que ahora había sido adecuada a la realidad contemporánea de Venezuela. La propuesta en relación a “La Guarimba” era clara, sencilla y segura:

1. Bloquear la calle frente a nuestra vivienda, a nuestras “guarimbas”
2. No desplazarnos más allá del frente de ella
3. No confrontar con el enemigo

Sabíamos que para que la sublevación bajo la modalidad de “La Guarimba” tuviera éxito, debía de ser:

1. Activa – donde participara un gran sector de la sociedad civil.
2. Generalizada – todos al mismo tiempo, contando con el “factor dominó” que se genera en todo movimiento de sublevación que goza del respaldo popular.
3. Sostenida – pues teníamos que mantener la sublevación durante varios días, incluso semanas.

Si la sublevación era generalizada, con una participación de al menos un 30% de la población nacional y no nos desplazábamos más allá del frente de nuestras viviendas, de nuestras guarimbas, podríamos sostenerla en el tiempo, pues el desgaste, por parte de los sublevados, sería muy poco.

Habíamos logrado implementar, sobre todo en la ciudad de Valencia (en el centro del país), un sistema de creación de “células de resistencia”, donde cada activista nuestro se comprometía a contactar, reclutar, educar, entrenar, coordinar y supervisar, a NO MÁS de cinco amigos de mucha confianza, con el fin de conformar cada célula. Así lográbamos tres objetivos importantes:

1. Evitábamos o minimizábamos la posible infiltración del régimen, ya que cada célula estaba compuesta por “amigos íntimos” o familiares.
2. Al mantener el número de activistas a NO MÁS de cinco miembros por célula, podría, cada líder de célula, administrarla con eficiencia, contactarla y darle las órdenes emanadas de un comando central que, para entonces, estaba instalado en la Finca Daktari, de nuestra propiedad… la cual, meses después sería convertida en polvo y en ella se llevaría a cabo una verdadera carnicería, la cual bauticé con el nombre de “La Masacre de Daktari”, donde fue pasado por el machete, más de una decena de seres humanos.
3. Echar a rodar un sistema progresivo de divulgación, ya que cada uno de esos nuevos activistas se comprometía a convertirse en líder de célula y multiplicar la original, de la cual procedían, por cinco.

La primera célula de resistencia, creada en la Finca Daktari el 23 de agosto de 2003, se multiplicó por cinco, es decir: 25… esas 25 se convirtieron en 125, luego en 625, 3.125 hasta que le perdimos el control. Hoy en día sería imposible saber cuántas células de resistencia, con una capacidad de reactivación inmediata, existen en Venezuela. De ahí el gran temor que Chávez demostró tenerle a “La Guarimba”, porque los comunistas saben la fuerza que estos movimientos “underground” de resistencia tienen, lo fácil que es operarlas y lo difícil que es – para los regímenes totalitarios – encontrarlas, infiltrarlas, destruirlas o neutralizarlas. El líder de cada célula pierde la noción de quiénes forman otras, más allá de su grupo de amigos inmediato, lo que establece una formación de cadena imposible de seguirle el rastro.

En adición a estas células que fuimos creando, sin prisa pero sin pausa, evitando – en todo momento – que los líderes de cada célula fueran a configurar grupos celulares de MÁS DE CINCO ACTIVISTAS O MIEMBROS, pues serían grupos incontrolables e inseguros, viajábamos por todo el país, de punta a punta, dando conferencias y divulgando la estrategia para cuando llegara el momento, que estábamos seguros llegaría más pronto que tarde.

Para el 28 de febrero (el 2004 fue un año bisiesto) el país entero – y no como dicen los lacayos del régimen que sólo se enguarimbó el Este de la ciudad de Caracas – comenzó a lanzarse a las calles en miles de sectores de pueblos y ciudades de la geografía nacional, incluyendo al lejano y minúsculo pueblito de Capacho, en el estado Táchira, frontera con Colombia, por donde me escaparía del país poco después.

Venezuela entera se paralizó y se convulsionó. Las barricadas, hechas con neumáticos en llamas, se levantaron por doquier. Se hizo imposible el tránsito a lo largo y ancho de todo el territorio nacional. Las autopistas del país estaban desiertas y se evitó el traslado de tropas y de los temidos tanques de fabricación francesa, los AMX 30, del ejército, a tal punto que una vez finalizada “La Guarimba”, Chávez congregó a todo su poderío militar del Ejército en Fuerte Tiuna, en las afueras de Caracas, un gravísimo error de táctica militar, porque Chávez no sabe de “eso”.

Debido a la generalización de “La Guarimba”, se produjo el necesario factor de la impunidad, haciendo imposible, no sólo la imputación del supuesto delito de rebelión o insubordinación, sino la captura de millones de ciudadanos enguarimbados. Sobradamente, “La Guarimba” demostró su eficacia.

Para el 3 de marzo, después de cinco días de guarimba nacional, los informes que recibíamos de nuestros contactos aliados ACTIVOS, dentro de la Guardia Nacional, eran que estábamos ganando y en vía franca hacia la victoria. Los soldados de los pocos contingentes que la Guardia Nacional tenía para reprimir a los guarimberos – conformados por los famosos robocops – estaban extenuados y desmoralizados. El pueblo le perdió el respeto al régimen y a esos organismos de represión colectiva, impotentes – éstos – ante la situación de total anarquía y caos generalizado, imperante en todo el país… de oriente a occidente.

El 4 de marzo comenzaron las confrontaciones en diversos sectores focalizados como en la urbanización Altamira, la Av. Fuerzas Armadas, la Av. Baralt en Caracas y varios sectores de la ciudad de Valencia, por ejemplo. Se produjeron arrestos y bajas. El saldo mortal – oficial – superó la decena de muertos. Sin embargo, el régimen fue incapaz de aventurarse a ordenar el macabro, criminal y genocida “Plan Ávila”, en recuerdo – tal vez – del fracaso del 11 de abril de 2002, cuando la cúpula militar se negó a masacrar al pueblo, decidiendo no seguir acompañando al presidente Chávez en su camino hacia la locura total, ya que ese plan contemplaba la masacre indiscriminada de todo aquel que se mostrara en sublevación.

La ciudad que mejor guarimbeó, por cierto, fue la ciudad de Valencia, porque – como ya dije – ahí teníamos una organización casi perfecta. Sabíamos que los tanques franceses de tecnología de punta, los AMX 30, podrían ocasionarnos problemas, una vez que la sublevación cívica le diera paso a la insurrección militar, producida por una “implosión”, dentro del mismo corazón del estamento militar. Por lo tanto, enviamos a una decena de jóvenes, VERDADERAMENTE VALIENTES, que había jurado dar la vida por Venezuela y que sabía que se estaba enfrentando a la muerte, no con las manos pintadas de blanco, sino negras del hollín de los neumáticos quemados que evitarían el paso de las tropas apátridas por las calles de Valencia y hacia la capital del país.

Valencia, además, era la ciudad central. Paralizando Valencia y la autopista que por ella pasa (la importantísima autopista Caracas-Valencia), dividíamos el país en dos toletes y a Caracas no llegarían suministros de ninguna clase. El objetivo de paralizar la ciudad se logró, así como el de evitar el más mínimo tránsito por la autopista entre Valencia y Caracas, incluyendo la paralización total de la ciudad vecina, Maracay, donde se encontraba la Base de Palo Negro con sus once aviones F-16, seis de los cuales estaban inservibles, debido a la canibalización empleada para mantener volando al resto de las naves, donde se les quitaban piezas a los aviones más deteriorados para reparar otros, ya que Estados Unidos había ejercido un embargo sobre el suministro de piezas para mantener en el aire a esas máquinas infernales, de fabricación norteamericana, algo que ni siquiera Bush pudo evitar.

Varios activistas del MRR (Movimiento de Recuperación Radical) murieron en “La Paralización de Valencia”, hubo centenares de heridos y miles de detenidos que luego el régimen tuvo que liberar. No tuve el honor de estar presente en Valencia, donde hubiera querido estar, porque mi puesto de lucha era en Caracas… y, además, porque ya no se podía viajar a esa ciudad, localizada a dos horas de camino por carretera, de la capital. Tanto en Caracas, donde también sufrimos bajas, como en Valencia, pude comprobar la valentía de nuestros jóvenes… y la de muchas personas mayores (hombres y mujeres), incluyendo ancianos. Por eso cuando veo las fotos de los estudiantes “pacifistas” de hoy, dirigidos por lacayos que cumplen una agenda infame y traidora, aplaudiendo con las palmas de sus manos pintadas de blanco mientras gritan: “¡estudiantes!”, me acuerdo de mis muchachos muertos… y me siento culpable de no haberme ido con ellos.

El concepto de valentía fue distorsionado, sobre la marcha, en apenas cuatro años, cuando comenzaron “Los Mediáticos” a aparecer en el panorama del liderazgo estudiantil.

“Los Mediáticos” era muchachos escogidos por sus “picos de plata”, que hablaban muy bonito, con una verborrea muy fluida, pero que lo único que hicieron fue legitimar la Asamblea Nacional y la Fiscalía con sus visitas, pautadas y ordenadas por el régimen… y hacer escándalo, “mediático”, para hacerse los “musiús” (“los suecos”) al segundo siguiente de declararse el fraude, como sucedió en la noche del 15 de febrero de 2009, cuando aquellos líderes estudiantiles se escondieron detrás del cuerpo cobarde y traidor de Rosales, para aceptar el más descarado e infausto fraude que haya conocido jamás el muy-golpeado continente americano.

Fueron “Los Mediáticos” los que inventaron el “pacifismo” dentro del estamento estudiantil universitario y “pacificaron” a los estudiantes. Nuestra idea jamás fue emplearlos como carne de cañón, ni siquiera para que confrontaran con el enemigo. Pero hay que estar claros que en el momento en que un pueblo se subleva, el infierno se puede desatar. Una sublevación no-violenta no garantiza que no brote la violencia, sobre todo si ésta es provocada por los infiltrados del régimen, como sucedió – en gran medida – en la sublevación de febrero-marzo de 2004 en Venezuela. Ninguno de nosotros dijo que sería tan fácil como pintarse las palmas de las manos de blanco, dar palmadas al aire y gritar: “¡estudiantes!”

En la mañana del 6 de marzo de 2004, luego de ocho días de guarimba pareja, el régimen convocó a la Coordinadora Democrática a una mesa de negociaciones, a la cual la mayoría de sus miembros se negó asistir, porque se asustaron con tanto pueblo en las calles. Pero como siempre hay campo para los esquiroles, hizo presencia en el panorama nacional de aquellos días, un connotado y rancio comunista, de vieja data, llamado Pompeyo Márquez, dispuesto a tirarle la toalla al sátrapa.

Supuestamente, Chávez había amedrentado a los coordinadores democráticos con el cuento que si caía su régimen, se implantaría un gobierno militar de ultra-derecha, en una Venezuela donde ellos – los políticos tradicionales – no tendrían cabida. Aún así se tuvo que recurrir a la traición de uno de esos políticos, dirigente de la tristemente conocida Coordinadora Democrática, para poder desmantelar “La Guarimba” en su momento de clímax, cuando a la tiranía le quedaban escasas horas de vida. Ese funesto día para la historia patria contemporánea, comencé a pensar que Venezuela estaba perdida o iba, inexorablemente, en vías de perderse para siempre.

En la triste tarde de ese mismo 6 de marzo – fecha trágica para la democracia en Venezuela – Pompeyo Márquez, como muy bien se recordará, salió en todos los canales de televisión pidiéndole al pueblo que desistiera de “La Guarimba”, alegando que se había cumplido con ella el objetivo, que según Pompeyo, era el de sentar al régimen a negociar las bases y términos del proceso que desembocaría en el infeliz y utópico Referéndum Revocatorio, más tarde conocido como “El Mega Fraude”.

Como este libro salió a la red ANTES de ser impreso, tuve la gran oportunidad de recibir muchos datos interesantes, de lectores que lo iban leyendo sobre la marcha, incluso antes de ser terminado. Recibí un correo, días antes de cerrar el libro definitivamente, donde un connotado miembro de la Coordinadora Democrática, quien me pidió que no divulgara su nombre, me escribió diciéndome que no fue como yo estaba asegurando, que Chávez se comunicó con la Coordinadora Democrática para “pedirle cacao”, ayuda. Todo lo contrario, fueron los “coordinadores” quienes le ofrecieron ayuda a cambio de ciertos favores. El trato era MATAR A LA GUARIMBA, lo que – en efecto – sucedió. Mi fuente me puso en contacto con dos “ex coordinadores” más, quienes corroboraron esta versión histórica de los hechos y que ahora estoy insertando – a última hora – en este libro. ¡La vida nos da sorpresas… sorpresas nos da la vida! Ese cuento que salió de esa misma organización casi-satánica, se dio a la tarea de “correr la bola” para echarle el muerto al sátrapa, ¡el pobre!

El pueblo, exhausto ya, tras 7 días de intensa resistencia generalizada y sostenida, atendió al llamado traidor y apátrida del esquirol Márquez y paró “La Guarimba”. Es de hacer notar que junto a Pompeyo se destacaron, en la labor de aplacarle “La Guarimba” al régimen, tres individuos de la supuesta oposición venezolana: Julio Borges, César Pérez Vivas (luego premiado en el 2008, con la gobernación del Táchira) y Andrés Velásquez, precisamente uno de los que había convocado la sublevación hacía unos días, bajo el grito de “¡TOMA TU CALLE!”, una manera “light” de referirse a “La Guarimba”.

Aquella guarimba había comenzado mal, pues los líderes de la oposición sabían que se estaba tramando “algo” para el 5 de marzo (de 2004) y decidieron adelantarla, poniendo a Enrique Mendoza a convocar lo que ellos pensaban sería un fracaso. Nuestros cuadros no estaban preparados para arrancar “La Guarimba” seis días antes de su planificada ejecución.

En adición a este inmenso inconveniente, muchos grupos de muchachos guarimberos, tanto en Valencia, como en Caracas y Maracaibo (la segunda ciudad de Venezuela), fueron infiltrados en las calle por elementos del régimen para fomentar la violencia, algo que el Dr. Sharp advierte en su ensayo, “De la Dictadura a la Democracia”. El día 4 de marzo me tocó ir a la Avenida Luis Roche, de Altamira, para aplacar un enfrentamiento que se estaba produciendo entre los muchachos de ese sector “escuálido” (opositor al régimen), dirigidos ya por los infiltrados que llegaban del barrio Chapellín y el ejército, pues ya el régimen había sacado al ejército, con armamento de guerra, prohibido por la constitución, a las calles… en un desesperado y último intento para aplacar “La Guarimba”, que para entonces estaba generalizada. Esa tarde murieron varios muchachos, masacrados por los soldados en algunos edificios donde fueron rematados mientras buscaban refugio. Se escuchaban gritos de “¡no me maten, no me maten!”, luego el disparo y, de inmediato, el silencio.

Horas antes me encontraba en la entrada de la Urbanización Prados del Este, pidiéndoles a grito a los vecinos del sector, con la ayuda de un megáfono, que se reubicaran al frente de sus respectivas viviendas… pero no me hicieron caso. Nos habían avisado que varias tanquetas, con blindaje de 16mm, artilladas con cañones de alto calibre, se desplazaban hacia el sureste de Caracas. Los vecinos de esa urbanización, que sería atacada por las tanquetas del ejército, estaban violando UNA de las REGLAS DORADAS de “La Guarimba”: el no desplazamiento más allá del frente de nuestras viviendas. Afortunadamente, el convoy de tanquetas había salido del sector sur del Fuerte Tiuna, pero no pudo transitar y se regresó. ¡No había paso!

La sublevación había sido generalizada y sostenida, pero hubo mucho desplazamiento y, ya al final, confrontación, la cual produjo muchas más bajas de las que reportó, oficialmente, el régimen. La mayoría de esas bajas, por cierto, se produjo de parte del estamento militar y de los medios de represión. En la Avenida Rómulo Gallegos, en Caracas, le dispararon desde los edificios a un grupo de motorizados de la DISIP (la policía política venezolana); ahí hubo varios muertos… o heridos graves, por parte de los funcionarios que intentaron, sin éxito alguno, burlar las barricadas.

En la urbanización Santa Mónica, al oeste de Caracas, se produjeron serios enfrentamientos armados entre los vecinos y algunos elementos de seguridad del régimen, y lo mismo sucedió en la Avenida Baralt, también al oeste de Caracas, en donde hubo muertos de bando y bando. Aún así, “La Guarimba” demostró su efectividad como herramienta de sublevación ante la tiranía y de no haber sido por la complicidad traidora de nuestros propios líderes, Venezuela estaría hoy en franca vía hacia su recuperación. Por cierto, tengo que destacar que Los Tupamaros, La Piedrita, Lina Ron, el FBLN y otros grupos paramilitares del régimen, brillaron por su ausencia. Tampoco vimos bajar a los cerros.

La historia la conocemos hoy. El régimen permitió el “Revocatorio” tan sólo para trampearlo descaradamente, en lo que – para entonces – se conoció como el mayor fraude de la historia contemporánea de Venezuela, superado luego por los tres procesos comiciales, el del 2D2007 (con “victoria” y todo), 23N2008 y el último, que le puso la tapa al pomo, el del pasado 15 de febrero de 2009. Si bien el régimen “aceptó” haber perdido el referéndum del 2D2007, jamás llegó a publicar el cómputo final de votos, lo que evidenció un gran fraude, pues evitaron divulgar la verdadera magnitud de esa derrota y el escaso y escuálido caudal de votos que tenía el régimen de Chávez. La atención general fue desviada hacia la “victoria” y no fue sino meses después cuando se comenzó a hablar con insistencia de la falta de publicación de los votos en aquel referéndum. ¡Es que se han cansado de “mamarnos gallo” (tomarnos el pelo)!

Luego del rotundo triunfo de “La Guarimba”, el pueblo esperanzado se montó en aquel carrusel de la ilusión y se abocó a la estéril, infantil e ingenua campaña electoral. Ninguno de sus líderes le advirtió que los tiranos comunistas no cuentan votos ni muertos y que sus acuerdos negociados tienen un real y tangible valor inferior al de un rollo de papel higiénico.

Tras la desilusión del “Referéndum”, nos enteramos – esa misma madrugada – que nuestros líderes no tenían un “Plan B” para enfrentar el esperado y bien-anunciado fraude… y ya se venía diciendo que “La Guarimba” había fracasado: pero ¿fracasó en realidad “La Guarimba” en Venezuela?

Veamos. Su primer triunfo fue el comunicacional. Hasta entonces pocos creíamos que el concepto de “La Guarimba” estaba tan generalizado a todos los niveles de la sociedad venezolana. Debido a la entendible autocensura de los medios privados de comunicación social, “La Guarimba” se había promovido, de forma masiva, a través del reducido medio de la Internet, en asambleas de vecinos, foros y conferencias donde asistíamos aquellos que la promovíamos de manera casi patológica, como único medio coherente para salir del régimen y prevenir que Venezuela cayera en el CASTRO-ESTALINISMO INTERNACIONAL, como lo había prometido Chávez en su primera visita pública a La Habana, tras salir de su prisión, luego de haber recibido el perdón, o mejor dicho: el sobreseimiento jurídico del anciano presidente Caldera en 1994. La única organización programada que tuvo fue la de la conformación de las “células de resistencia”, las cuales funcionaron, con mayor efectividad, en Caracas y en Valencia.

Intentábamos evitar la definitiva implantación del castro-estalinismo en Venezuela, a sabiendas de todo el dolor, sufrimiento, miseria y muerte que ese sistema le produciría y le producirá a nuestra querida patria.

Cuando se convocó – intempestivamente – la masiva “toma de las calles” de toda Venezuela, aquel viernes 27 de febrero de 2004, para las 6 de la tarde, el grito de guerra generalizado era: “¡A la Guarimba!”

Aquello demostró cuán efectiva es la Internet, la importancia del mensaje boca-a-boca, aunque éste sea en asambleas minúsculas de vecinos y la organización de los cuadros a través de las “células de resistencia”. La estrategia de “La Guarimba” jamás fue promovida en medio masivo alguno de comunicación social, como la televisión, la radio o la prensa plana o escrita, algo que nos hace pensar que pudiera funcionar en la Cuba de los hermanos Castro, donde – por cierto – ya se conoce la estrategia y ha sido promovida, suponemos que tímidamente, por algunos opositores cubanos, dentro de Cuba.
Ver el siguiente video:
http://www.mrr.name/VIDEO8.htm

Hace tiempo que la vengo promoviendo en la isla que me vio nacer, a través de unos cuantos miles de buzones cubanos que tengo en mi base de datos. También la hemos promovido mucho en Nicaragua, donde el sandinismo ha legislado en su contra, promulgando una ley que condena a 30 años de prisión a todo aquel que se dedique a trancar calles con fines subversivos. Ley que hemos bautizado como “Ley Anti-Guarimba”.

“La Guarimba” de febrero-marzo de 2004 en Venezuela, nos demostró que sí había una manera subrepticia de llegarle a las masas… y que el “trabajo de hormiguita” da sus frutos.

Otro triunfo de “La Guarimba” en Venezuela, fue su capacidad de reacción inmediata. No debemos olvidar que fue convocada con horas de antelación. En la noche del 27 de febrero el país estaba virtualmente paralizado y al día siguiente: TOTALMENTE paralizado.

Corroboramos la incapacidad de movilización efectiva de los cuadros represivos del régimen, quienes solamente pudieron demostrar funcionalidad y operatividad a la semana de disturbios nacionales y únicamente en sectores puntuales. Sabíamos, y así nos cansamos de repetir, que le sería imposible al régimen reprimir a todo un pueblo en las calles de todas las ciudades y pueblos del país. De no haber sido por la traición de Pompeyo Márquez, Venezuela estaría hoy en libertad y, como ya he dicho, en vías de recuperación social, política y económica… y de no ser así, nos hubiéramos ya enguarimbado nuevamente.

Si tomamos en cuenta que el objetivo de “La Guarimba” era – que no lo era – el de sentar en la mesa al régimen para negociar los detalles del Referéndum Revocatorio, “La Guarimba”, entonces, fue exitosa en un 100%. Fue ese discurso de Pompeyo lo que hizo el milagro – a favor del régimen – de regresar al pueblo a sus casas, desmantelando así aquella evidente sublevación cívica, activa, generalizada y sostenida.

Se demostró el poder de la Sociedad Civil, que obligó al régimen – por primera vez desde que tomó el poder – a asumir una posición defensiva y a pedir cacao al adversario, negociando para ganar tiempo y oxigenarse. El fracaso vino por la parte de nuestros líderes, no por parte de la sociedad civil, a través de “La Guarimba”.

Por otro lado, los aspectos negativos de “La Guarimba” de 2004 no fueron pocos. En primer lugar, como he mencionado arriba, ya al final se violaron dos de sus reglas doradas: la NO CONFRONTACIÓN y EL NO DESPLAZAMIENTO de muchos guarimberos más allá del frente de sus respectivas viviendas.

Lo primero ocasionó lamentables bajas, lo que contribuyó a la desmoralización de la sociedad al ver a los muertos y heridos en las pantallas de sus televisores. Lo segundo, eliminó de cuajo la logística para poder resistir por largo tiempo sin el menor desgaste.

Estamos convencidos hoy, de que quienes comenzaron la confrontación con el ejército fueron elementos infiltrados del régimen. El desplazamiento más allá del frente de nuestras viviendas fue producto, entre otros factores, de la desinformación parcial del pueblo en resistencia. Ambos errores pudieron haberse evitado, pero no estaba dentro de los planes de aquellos que tenían la batuta y conducción de la estrategia de oposición al régimen.

El Dr. Gene Sharp, en su obra “DE LA DICTADURA A LA DEMOCRACIA”, nos advierte, expresamente, de la responsabilidad que tienen los líderes democráticos, dentro de una sublevación, de controlar el desborde de la violencia en sus respectivas comunidades o sectores. De ahí la necesidad que había de educar profundamente a los líderes vecinales para evitar que esos errores se produjeran, mermando la capacidad de la técnica o de la estrategia de “La Guarimba”.

Fue una guarimba parcialmente espontánea, sin orden organizativo que la controlara en sus momentos críticos, más allá de algunos sectores claves de Caracas y de Valencia. Aun así, de no haber sido por la traición de Márquez – LO REPETIMOS – hubiera depuesto al régimen CASTRO-ESTALINISTA de Chávez, con las consabidas consecuencias que este evento hubiera tenido en la Cuba de Castro, dependiente hoy – TOTALMENTE – del régimen que impera en Venezuela y del petróleo venezolano… sin mencionar a Bolivia, a Nicaragua y a todos los países de América que están en cola.

Estamos también hoy, más que convencidos, de que nuestros líderes de la oposición – en su mayoría y con salvadas excepciones – carecían – y carecen – de la voluntad política para sacar a Chávez del poder. Vemos una macabra conchupancia (complicidad, una acción de chupar juntos de la misma teta) entre el régimen y la oposición, la cual indica – más allá de toda duda – que para ellos (para los politiqueros de oficio) es más conveniente Chávez, aunque se eternice en el poder y termine destruyendo a Venezuela, que un cambio radical que ubique al país en el camino correcto. He ahí la razón de la bochornosa tolerancia mutua.

Mientras los opositores presenten una “oposición light” que no haga peligrar los cimientos de la tiranía, todo se tolerará, guardando las apariencias… claro: un imputado por aquí, otro por allá; unos que otros detenidos, un par de muertos y la verborrea de ambas partes a todo dar. Nada de eso hace tambalear a una dictadura. Pedir la renuncia del Fiscal General no cambia la situación de total atropello. Pedirle la renuncia al propio Chávez, no cambia el panorama un ápice. Meter un escrito en el TSJ: ¡menos! Ni siquiera es un “acto valiente”. Pensar que vamos a adecentar al C.N.E., es creer en pajaritas preñadas… o que El Pato Donald existe y vive en Orlando.

Salir por las calles a arrollar como en una comparsa de carnavales, ya lo hemos visto, no impresiona a nadie… ni siquiera a la llamada comunidad internacional. Escribir y publicar toneladas de artículos de opinión en contra del régimen, es arar en el mar o intentar matar a pellizcos a un hipopótamo adulto. Pero cuando el régimen escucha los tambores de “La Guarimba”, enseguida le sale al paso. Si no, vean los centenares de artículos que aparecen en la Internet atacando a esta estrategia que ha dado resultados muy positivos ante tiranos de peor calaña que el que se gasta Venezuela. Bueno es cilantro, para Chávez… pero no tanto.

En el mes de enero de 2009, cuando Chávez estaba armando su defensa ante una posible sublevación del pueblo, en lo que él sabía ya que sería un Hiper-Mega Fraude, salió con estas fuertes advertencias y amenazas en su discurso ante las mujeres bolivarianas desde el Campo de Carabobo, lugar donde se selló la independencia de Venezuela ante la corona española, el 24 de junio de 1821. Chávez estaba poniendo el parche, antes de que saliera el hueco:
“Ministro del Interior, écheles gas (se refería a echarle gas a unos centenares de estudiantes de la UNIMET – en Caracas – que estaban comenzando a enguarimbarse trancando la importante autopista Francisco Fajardo): ¡écheles gas y disuelva cualquier guarimba…! Nosotros no podemos comenzar ya mostrándoles debilidades como gobierno… ¡no podemos! Hago responsable de esto al Vicepresidente, al Ministro del Interior, al Comandante Nacional de la Guardia Nacional. ¿Y qué quieren, que vaya yo personalmente a dirigir un pelotón para disolver la manifestación? ¡No se le puede permitir a nadie que tranque una avenida o una calle o una autopista, no se le puede permitir! Así que a estos grupitos, direccionados por El Imperio, se los digo… y doy la orden de una vez, no hace falta que me pidan permiso. Estoy dando una orden. Porque anoche yo llamé y me dijeron: no es que lo estábamos llamando y usted estaba por allá en la Goajira con Lula, es verdad… yo estaba con Lula, pero no hace falta que yo dé permiso. Cada quién que asuma su responsabilidad: el Comandante de la Policía Metropolitana… y si no hay que quitarlo de allí y poner a alguien que asuma con autoridad, como jefe de una policía. ¿Cómo van los policías a estar ahí como unos pendejos? Les escupen la cara, los atropellan. Los dirigentes de eso… ¡hay que detenerlos! ¡Doy la orden de una vez! Señor Ministro de la Defensa, señor Ministro del Interior y los jefes de la policía: a partir de este momento, el que salga a trancar una calle, me le echan gas del bueno y me lo meten preso… si no lo hicieran, ¡me raspo a los jefes responsables! ¡Me los raspo a toditos…! No voy a permitir, por debilidad de ningún tipo, que cuatro escuálidos embochinchen al país.”

Ver el siguiente video:
http://video.google.com/videoplay?docid=-3308877582697952207
Quien más habla, más errores comete… y a Chávez le encanta hablar, por lo tanto: comete no pocos errores.

Al evaluar, entre líneas, esta porción del discurso de Hugo Chávez, encontramos unos datos (de inteligencia), extremadamente interesantes:

1. Se evidencia que el peligro de “La Guarimba” está latente y así lo considera el régimen, comenzando por el propio “presidente”.

2. Se evidencia que ya el “presidente” había ADVERTIDO a sus altos funcionarios que no se podía permitir el brote de “La Guarimba”, por muy pequeño que éste fuese, en perfecto conocimiento – suponemos – de eso que mientan “El Efecto Dominó”, como sucedió cuando “El Caracazo”, una “sublevación” que comenzó en una estación de autobuses en el pueblo satélite de Guarenas, a partir de una discusión entre dos personas (el dueño de una buseta y un pasajero que protestaba por el repentino alza de los precios de los pasajes) y se extendió, en cuestión de horas, al resto de la ciudad capital, provocando miles de millones en pérdidas, públicas y privadas, decenas de miles de muertos… y un ALTÍSIMO costo político para Carlos Andrés Pérez, quien llevaba días en el poder, luego de haber sido electo con el mayor índice de votos en la historia de Venezuela.

3. Se evidencia que ese “grupito” de “no más de 300 estudiantes y de no estudiantes”, puso a correr a los altos funcionarios de la seguridad del régimen

4. Se evidencia que, como buen dictador, Chávez no delega en su gente, de ahí la necesidad de su gente de ubicarlo (de “sabanearlo” o de “buscarlo como palito de romero”) donde quiera que estuviera, aun sabiendo que se encontraba atendiendo a un importante visitante como el Presidente Lula Da Silva, del Brasil.

5. Se evidencia que hasta entonces no había una manera expedita de contactar al “Comandante en Jefe” en momentos de generarse una potencial crisis. Eso: dentro del país. ¿Cómo será cuando está paseando por el exterior? Noten que Chávez dice que “él llamó” y que le dijeron: “no, es que lo estábamos llamando…” Se debieron haber cansado de llamarlo y no fue hasta que él se comunicó, sabrá Dios cuándo, que se vino a enterar de un posible brote de “La Guarimba”, que hubiera podido extenderse, en horas, a todo el país nacional. Si aquellos “estudiantes y no estudiantes” hubieran persistido en el alboroto, posiblemente hoy estuviéramos transitando el camino hacia la recuperación de la Patria. Ahora, gracias al “Comandante en Jefe”, nos damos cuenta de que su gente NO SABÍA QUE CARAJO HACER… y que él estaba ajeno a lo que estaba sucediendo en Caracas. ¡Se salvó, una vez más, de vaina!

6. Se evidencia que Chávez está rodeado de ineptos, incapaces de tomar decisiones en caso de una crisis. Si esto fue cuando apenas pudo comenzar “La Guarimba”, ¿cómo será cuando “La Guarimba” esté en su momento más demoledor? ¡La cagantina será pareja!

7. Pero lo que más se evidencia en el discurso de Hugo Chávez ante las “Mujeres Bolivarianas” que lo escuchaban en el Campo de Carabobo, es que CUATRO ESCUÁLIDOS PUEDEN EMBOCHINCHAR A VENEZUELA.

A partir de esas amenazas, algunos dirigentes de la oposición – incluyendo a importantes dirigentes estudiantiles – comenzaron a criticar ampliamente la opción de la sublevación cívica, activa, generalizada y sostenida. Mientras los politiqueros de la oposición puedan mantener sus pírricas cuotas de poder o los descaradamente-llamados espacios políticos, la complicidad continuará en la misma medida. Echarán los tiros al aire, muy lejos de donde se sabe que vuelan los patos. Seguirá habiendo mucho ruido, pero poca cacería.

Días antes del referéndum del 15 de febrero (de 2009), un periodista cualquiera quiso sacarle una declaración política al recién instalado gobernador, de la oposición, Henrique Capriles Radonski y le fue imposible. Capriles, quien estaba muy emocionado y ocupado con su proyecto “Pico y Placa”, (para mejorar el infierno del tráfico en el Estado Miranda), le aseguró al periodista que él no estaba ahí para hacer política, que lo de él era gobernar a su estado… y hasta ahí.

Cuando volvamos a tener opositores en eso que llaman Asamblea Nacional, veremos agrios debates – en lo que una vez se llamó Congreso – para engañar al público, que nos hará sentir debidamente representados ante el régimen, aunque en lo sustantivo éste avance hacia el más rancio totalitarismo CASTRO-ESTALINISTA, con las variables y los ajustes que exigen las realidades universales, en el globalizado mundo de hoy. Váyanse a la también-llamada Asamblea Nacional, en Managua, para que vayan tomando nota de lo que es un parlamento “pluralista” dentro de un régimen castro-estalinista que ha mutado hacia eso que mientan “Socialismo del Siglo XXI”.

Esos líderes de la oposición no tenían intenciones de cumplir con la ineludible y sagrada labor de ayudar a esa poderosa sociedad civil, que languidecía en la más absoluta y deprimente depresión colectiva, a que despertara y se preparara para la RESISTENCIA ACTIVA, GENERALIZADA Y SOSTENIDA, a fin de no claudicar ante la inercia que produce la decepción y para que se mantuviera firme en su único propósito y objetivo, que no podría ser otro más que la eliminación del suelo patrio del mayor cáncer que sociedad alguna haya sufrido jamás: el CASTRO-ESTALINISMO.

No hay régimen que soporte una guarimba bien hecha. De ahí el evidente y manifiesto terror que Chávez siente por ella y la razón por la cual PERSIGUIÓ IMPLACABLEMENTE a quienes la habíamos promovido como método de lucha para liberar a Venezuela del inminente peligro que supone el CASTRO-ESTALINISMO INTERNACIONAL, ese mar de felicidad por el cual “nuestro presidente” nos viene amenazando que pondrá a navegar a Venezuela, como parte de su proyecto enmarcado dentro de su revolución bonita, y de eso que él llama “El Socialismo del Siglo XXI”.

La estrategia de “La Guarimba” era tremendamente entendible y muchísimo más fácil de implementar. En su fase final no requería de un liderazgo, ya que se auto dirigía de manera espontánea y mediante el fenómeno moderno del “liderazgo colectivo”.

Veamos cuál fue la experiencia filipina de “La Guarimba”:

Corría el año de 1983 cuando el avión que regresaba a Filipinas al opositor de Ferdinand Marcos, Benigno Aquino, tocó tierra en el Aeropuerto Internacional de Manila. Estando aún en el avión, los periodistas se internaron en la nave para entrevistar al mayor líder opositor de la dictadura filipina. En una fugaz entrevista dada para la televisión, grabada en video, a Benigno le preguntaron si estaba consciente del peligro que corría su vida a partir del mismo instante en que bajara las escalinatas y pisara suelo nacional. La respuesta de Aquino fue afirmativa. Dijo que su vida era el precio que en todo caso pagaría por la libertad de su patria.

En efecto, apenas pisó suelo filipino, Benigno Aquino fue ametrallado por un sicario enviado por el hombre fuerte de Filipinas, FERDINAND MARCOS. Murió instantáneamente con una ráfaga en la cabeza… e igual suerte corrió su victimario casi simultáneamente, como para no dejar rastros intelectuales.

Ferdinand Marcos había nacido en Sarrat (Filipinas) el 11 de septiembre de 1917. Sirvió en la II Guerra Mundial al lado del ejército norteamericano y fue electo presidente constitucional de Filipinas en 1965, siendo reelegido para continuar al frente del gobierno en 1969. Tuvo que afrontar una incesante confrontación civil contra las guerrillas comunistas y musulmanas, suspendió la Constitución en el año de 1972, declaró la ley marcial y, a partir de entonces, gobernó el país de forma dictatorial. La corrupción generalizada y la crisis económica caracterizaron su gobierno, además de la férrea represión criminal en contra de sus opositores.

Asesinado Aquino, el país entró en una fuerte crisis de ingobernabilidad que forzó a Marcos a convocar elecciones para 1985. La viuda de Benigno, Corazón, tomó la antorcha de la oposición y se lanzó como candidata en contra del usurpador del poder que llevaba veinte años al frente del gobierno filipino y trece como dictador respaldado por su ejército y por el gobierno de Estados Unidos.

Luego de una evidente victoria de Corazón Aquino, Ferdinand Marcos se declaró ganador… pero el pueblo filipino no se lo caló. Con el apoyo de la Iglesia y en especial del Cardenal Sin, los filipinos se aprestaron a reclamar el derecho de todo pueblo a ser libre. En consecuencia – en vez de estar guaraleando, posponiendo lo inevitable, tratando de demostrarles a las veinte mil vírgenes que hubo fraude – el pueblo salió a las calles en una especie de “guarimba espontánea”. No hubo tregua para el régimen durante más de una semana. Las protestas en total desobediencia y resistencia civil no se llevaron a cabo con serpentina, carrozas, caravanas, ni montando bicicletas en ciclomarchas. Los miles y miles de “protestantes” no tocaron pitos ni raca-racas, tampoco lanzaban serpentinas al aire ni disfrazaban a sus perros o monos con la bandera de Filipinas. Las mujeres filipinas no salieron a las calles para mostrar sus ombligos ni pintorreteadas con los colores de ese país. No hubo juegos de futbolito con los partidarios de Marcos ni se recogieron firmas ni re-firmas. Aquellos filipinos no se “pararon en artículo” porque estaban definitivamente decididos y comprometidos a no dejarse quitar la victoria. Nadie le echó las culpas a ningún “carter” o “gaviria” que hubieran podido o no ratificar la trampa. La culpa se la echaron a Ferdinand Marcos y se lanzaron a las calles con la determinación de no regresar a sus casas hasta que el dictador fuera depuesto.

Siendo centenares de miles de filipinos y filipinas guarimbeando en las calles al UNÍSONO y de manera GENERALIZADA en todo el país y en especial en Manila, parte de ese mismo ejército que había apañado las vagabunderías de Marcos, al ver que era imposible aplacar a los manifestantes a lo largo y ancho de toda Filipinas, decidió retirarle el apoyo a Marcos y tomar posiciones de desafío total y frontal.

Cuando la merma de la energía del pueblo filipino se hizo evidente, el Cardenal Sin logró auparlo para que mantuviera su posición de RESISTENCIA ACTIVA logrando así mantener la llama viva y ardiente en las calles.

Estados Unidos le ofreció a Don Marcos una alfombra roja para que se retirara a contar su inmensa fortuna en la isla hawaiana de Honolulu, donde murió en el exilio el 28 de septiembre de 1989.

En la conferencia organizada por la “Mutual de Cristiana Ayuda Familiar” y dictada por el Dr. Horacio Bojorge en agosto del año 2000, se expuso el tema de la RESISTENCIA ACTIVA filipina en los siguientes términos: en 1985 Filipinas, el único país católico de Asia, vivía el surgimiento de una modalidad distinta de revolución, que reflejaba las ideas de Juan Pablo II sobre la Iglesia en el mundo moderno. Ya desde fines de 1979, la Conferencia Episcopal Filipina intensificaba sus críticas públicas al gobierno del presidente Marcos, cuya actividad represora iba en aumento. En carta pastoral de febrero de 1983 acusaba al gobierno de violación sistemática de los derechos civiles y mala gestión económica, agravada por corrupción en gran escala; también protestaba por el arresto o intimidación de sacerdotes y monjas a causa de su labor por la justicia y advertía a Marcos que sin reformas básicas las tensiones irían creciendo.

A los seis meses, el 21 de agosto de 1983, Benigno Ninoy Aquino, destacado opositor de Marcos que regresaba del exilio, fue asesinado de un tiro en la cabeza en el aeropuerto de Manila al bajar del avión. Un mes más tarde, medio millón de filipinos tomaba las calles como protesta contra el régimen. El 27 de noviembre, día en que Aquino hubiera cumplido cincuenta y un años, la conferencia episcopal publicó otra carta donde subrayaba la reconciliación como principal requisito de un verdadero cambio social.

Los primeros meses de 1984 fueron de constante ebullición. En julio, otra carta de la Conferencia Episcopal reflexionaba sobre el asesinato de Aquino como ejemplo de una cultura de violencia instalada por Marcos e insistía en la conversión y reconciliación como única vía de cambio social.

En octubre una comisión independiente concluyó que Benigno “Ninoy” Aquino había sido asesinado por una conspiración militar. En enero de 1985 fueron acusados veinticinco responsables, entre ellos el general Fabián Ver, jefe del Estado Mayor. En Julio, la conferencia episcopal condenaba en un mensaje “el creciente recurso a la fuerza para dominar a la gente, una alarmante realidad que nosotros los pastores no podemos ignorar”.

En septiembre hubo nuevas manifestaciones contra Marcos. El 3 de noviembre, Marcos aceptó celebrar elecciones a principios de 1986. El Cardenal Sin y sus obispos auxiliares recordaron el deber del voto. El 19 de enero se publicó un alerta contra la intención del fraude electoral: “un acto gravemente inmoral y anticristiano”. Así fue. El 7 de febrero, las elecciones fueron fraguadas y Marcos arrebató el triunfo a su opositora, la viuda Corazón Aquino. La conferencia episcopal, sin pelos en la lengua, denunció el fraude sin antecedentes, afirmaba que un gobierno así elegido no tiene base moral y sostenía que el pueblo filipino tenía la obligación de corregir la injusticia de que había sido víctima “por medios pacíficos no violentos, a la manera de Cristo”.

A pesar de que en la Secretaría de Estado del Vaticano reinaba un gran nerviosismo, el cardenal Sin y sus obispos, sin reclamar ni esperar el apoyo de la Santa Sede, tuvieron la valentía de seguir con su campaña, declarar moralmente ilegítimo el gobierno de Marcos e invitar al pueblo filipino a tomar medidas no violentas.

El 16 de febrero, durante una misa para la victoria del pueblo celebrada ante un millón de fieles, la viuda de Aquino, Corazón Aquino, hizo un llamado a una campaña de resistencia no violenta contra el régimen que la radio católica Veritas retransmitió a todo el país. Seis días más tarde, el ministro de la Defensa y un general, segunda autoridad del Estado Mayor, rompieron con Marcos y se atrincheraron en dos puntos. Los insurrectos se pusieron en contacto con el Cardenal Sin y le pidieron ayuda pues estaban ciertos de que sus posiciones serían atacadas. El Cardenal Sin les preguntó si apoyarían a Cory Aquino como presidenta electa. Le dieron garantías de que sí. El Cardenal Sin fue a la Radio Veritas y llamó “a todos los hijos de Dios” para que fueran a los campamentos y protegieran al ministro de Defensa rebelde, al General y a las tropas leales.

La ancha avenida Epifanio de los Santos, que unía ambas bases rebeladas, se convirtió en el escenario de la revolución. Durante tres días cientos de miles de filipinos desarmados llevaban rosarios, flores y alimentos a los tanques con los que Marcos amenazaba a los rebeldes, formando un gran escudo humano entre las tropas del gobierno y los campamentos. Jóvenes y viejos, laicos, religiosos, sacerdotes, de todas las clases sociales, todos acudieron a la avenida revolucionaria. Los que durante años habían vivido en el conformismo tenían la ocasión de convertirse en resistentes no violentos.

Se recordará cómo todo este proceso terminó en la salida de Marcos al exilio y la subida al poder de Cory Aquino. Y se recordará a esta viuda devota del Corazón de María dirigiendo el Rosario con las muchedumbres.

Juan Pablo II aprobaba al Cardenal Sin y a los católicos filipinos. En situaciones como la de Polonia y Filipinas, los pastores tenían la obligación moral de defender la dignidad humana de los estragos y atropellos a sus derechos de unos gobiernos malvados. Esa defensa tenía consecuencias públicas y, a decir verdad: políticas, pero no era una toma de partido en el sentido de que la Iglesia se erigiese en alternativa dentro del juego del poder. Se trataba de una toma de partido a favor de un cambio en el propio juego.

Como podrá ver el lector, las condiciones objetivas se fueron creando poco a poco en Filipinas, producto de un proceso de deterioro y de la persistencia de un dictador por mantenerse en el poder, a costa de cualquier precio. No fueron los políticos filipinos los que recuperaron la libertad. No fue un determinado partido que logró el objetivo de sacudirse a Marcos para siempre. Fue la determinación de todo un pueblo guiado por un puñado de líderes que poco tenían que ver con política pero decididamente comprometidos con la libertad y la democracia, aún a costa de sus propias vidas.

Tampoco fue el pueblo quien directamente tumbó a Ferdinand Marcos, pero sin la participación de la sociedad civil como un ente vivo, no hubiera sido posible sacarlo del poder. La sublevación – no violenta – del pueblo, sirvió como espoleta para una implosión militar… porque pareciera ser cierto el viejo refrán venezolano que asegura que “pueblo no tumba gobierno.”

En Berlín sucedió algo tremendamente interesante, pues la sublevación fue espontánea y sin dirección alguna.
Cuando Alemania se dividió, tras finalizada la Segunda Guerra Mundial el 8 de mayo de 1945, Berlín quedó como la capital de la Alemania Oriental (República Democrática Alemana – D.D.R), el territorio más conflictivo y peligroso para el bloque soviético, régimen comunista que se apropió del territorio oriental alemán como botín de guerra.

No solamente se dividió Alemania, la ciudad de Berlín, la otrora capital de la Alemania pre-guerra, sufrió una división y gran parte de la ciudad quedó en manos de los aliados occidentales, es decir: de los americanos, los franceses e ingleses. Era una situación bien absurda, pues se vivía más barato en el sector oriental de la ciudad, donde no había trabajo ni comercios, pero se ganaba muy bien en el sector occidental. Los berlineses caminaban libremente entre los sectores ocupados hasta que un buen día se encontraron con que los soviéticos estaban construyendo una barricada para dividir físicamente el sector oriental del occidental. Algo así como que de la Plaza Venezuela – en Caracas – para el este, todo fuera controlado por los adecos y de la Plaza Venezuela para el oeste, por los copeyanos.

Tuve la fortuna de vivir en Berlín durante el año de 1972, donde conocí cualquier cantidad de berlineses de ambos lados. Veinte años más tarde, me contaba Unkel Franz, un berlinés oriental a quien conocí en mis años universitarios, que cuando se comenzó a levantar lo que finalmente terminó siendo un muro, en el año de 1961, nadie podía creer que la ciudad pudiera dividirse físicamente, pero como todas las cosas que tienen que ver con el comunismo SON POSIBLES, en especial las que conducen al desastre, aquel monstruo se materializó dividiendo la ciudad en dos grandes sectores. Prácticamente de la noche a la mañana, sin que los berlineses se prepararan ante los absurdos rumores de que eso se llevaría a cabo, la ciudad de Berlín quedó dividida por el ETERNO LAPSO de 28 años. Muchos perdieron sus vidas intentando buscar libertad del otro lado. El sector occidental de la ciudad quedó como una isla de tierra enclaustrada dentro del mar de la Alemania oriental, dividida del resto de Berlín por el río y por la muralla. Por supuesto, a nadie se le ocurría irse al otro lado del muro, es decir: hacia el lado comunista, pero del sector oriental la gente se la jugaba por emigrar a occidente.

El 26 de junio de 1963, el presidente norteamericano John F. Kennedy, al visitar Berlín, dijo en su discurso: “Si hay algunos que dicen que el comunismo es la ola del futuro, déjenlos que vengan a Berlín…” A nuestro presidente, Hugo Chávez Frías, posiblemente le hubiera parecido Berlín Oriental otro mar de felicidad, como le pareció el desastre que Castro produjo en Cuba, pero, al igual que en la isla caribeña, la gente dejaba el pellejo intentando abandonar toda aquella maravilla.

Hubo conatos de alzamientos en el lado oriental de Berlín que fueron reprimidos de la manera más brutal por las fuerzas de ocupación soviéticas. El control llegó a ser ABSOLUTO; los berlineses orientales – en su mayoría – vivían una vida triste sin mayores esperanzas. Últimamente el régimen soviético les permitió a los berlineses mayores de 65 años, una visita restringida al sector occidental al año y les abrió las puertas a los alemanes occidentales para que fueran a dejar sus dólares a Berlín Oriental cuantas veces quisieran. Yo me beneficié de esa política y solía ir a visitar una novia que tenía en el sector comunista de Berlín, donde – por cierto – la comida en la universidad era prácticamente regalada y relativamente buena.

Cuando las condiciones objetivas de un país, de un sector o del mundo entero están dadas, se producen grandes cambios para sus habitantes. Las condiciones objetivas de la Europa oriental – bajo la férrea bota soviética – estaban dadas para lograr la libertad de sus habitantes a finales de la década de los ochenta. Hungría ya se había alzado en contra del régimen soviético, cuando el 10 de septiembre decidió abrir sus fronteras a todos los alemanes orientales que quisieran dejar Alemania comunista para siempre. Hacía pocos meses, el 6 de febrero de 1989, un joven berlinés llamado Chris Gueffroy se convirtió en la última víctima de aquel monstruoso muro, al morir en su intento por lograr la libertad del otro lado de la muralla.
En mis interminables tertulias con el viejo Franz, tras el derrumbe del muro, éste me contó que al anochecer del 9 de noviembre de 1989, había un ambiente raro en la ciudad de Berlín. La gente sabía que se podía cruzar la frontera por Hungría, pero no se tenía mucha información y el temor era impresionante. Hay que recordar que los medios de comunicación en un estado comunista, son controlados por quienes están en el poder y se divulga lo que ellos quieren divulgar. La ciudad de Berlín era una fábrica de rumores. Me contó Franz que como a las 7 de la noche se corrió la bola de que el líder comunista de la ciudad, Gunter Schabowski, había dicho que parte del muro sería abierto para “viajes privados” al extranjero, pero nadie lo creía, ni sabía qué carajo eran esos “viajes privados” al extranjero y muchos pensaron que se trataba de una trampa para una nueva masacre de terrible magnitud.

Entonces, ante estas condiciones objetivas absolutamente palpables, propicias para un cambio radical, se produjo lo que yo ahora llamo “LA GUARIMBA BERLINESA”. Un grupo muy reducido y valiente salió a las calles frente a sus respectivas viviendas, como retando la suerte y a los soviéticos. No pasó ABSOLUTAMENTE NADA. Me decía Franz que si hubieran visto a los policías del régimen venir con sus armas listas a disparar (como en oportunidades anteriores), lo único que hubieran tenido que hacer era retirarse a sus viviendas, para volver a salir cuando pasara el peligro. El pueblo berlinés estaba – al contrario del pueblo venezolano – absolutamente desarmado, pero – al igual que los venezolanos – cansado de abusos y deseosos de obtener su libertad.

No sucedió nada. Sin embargo, la confianza fue creciendo en la medida en que los vecinos iban saliendo masivamente a las calles. La ciudad se paralizó de punta a punta. Era imposible que pudieran pasar las tanquetas soviéticas con sus cañones asesinos. El pueblo se fue envalentonando y en pocas horas llegaron todos al muro donde los policías de frontera no sabían qué hacer.

El primer ser humano que logró caminar libremente hacia Berlín Occidental fue una mujer, quien al saberse libre del otro lado del muro dijo: “No soy más una prisionera…” Escribo este relato con lágrimas en mis ojos al pensar que pudimos haber sido libres, como esa mujer berlinesa que decidió retar al oprobio con sus manos vacías, un valor a toda prueba… ¡y un profundo deseo de libertad!

Nosotros nos hubiéramos liberado de la pesadilla castro-estalinista en Venezuela, de no haber sido por la traición, en primer término, del archi-comunista Pompeyo Márquez, quien en representación de la tristemente-famosa y desparecida “Coordinadora Democrática”, salió en los medios de comunicación llamando al pueblo a sus casas, matando así “La Guarimba” del año 2004.

Karl Heiz Grüber fue un berlinés común que cruzó el portón hacia el Oeste, aquella misma noche. Sus declaraciones fueron recogidas y publicadas al día siguiente por todos los periódicos del entonces Berlín occidental. El titular de primera plana de uno de esos periódicos decía “LO PUDIMOS HABER HECHO HACE MUCHOS AÑOS”. Se estaba refiriendo a las declaraciones de Herr Grüber, quien, luego de ver lo fácil que fue romper las barreras de aquel infausto e ignominioso muro, le dijo al mundo que algo similar se pudo haber hecho muchos años antes. Claro, no siempre estuvieron dadas las condiciones objetivas para que el pueblo tomara la iniciativa colectiva y saliera a reclamar el sagrado derecho de libertad y los berlineses orientales desconocían el poder que tiene un pueblo en sublevación activa, generalizada y sostenida. Jamás escucharon decir que solamente Dios, es más poderoso que un pueblo unido en sublevación.

Aquellos eventos fueron históricos. Al principio los guardias de fronteras intentaron hacer su trabajo de alguna manera. No dispararon, pero comenzaron a pedir papeles, labor que muy pronto dejó de tener sentido. Los berlineses se dieron cuenta de que eran mayoría ante un puñado de guardias y, aunque tenían 28 años de brutal represión, se impusieron y se hicieron hacia la libertad.

Así pudo suceder en Venezuela si nos hubiéramos dado cuenta de que éramos millones ante un puñado de traidores al servicio del CASTRO-ESTALINISMO INTERNACIONAL. En el caso de Berlín, NO HUBO UN SOLO MUERTO. El pueblo berlinés logró su libertad sin derramar una gota de sangre. Eso mismo hubiera podido haber sucedido en Venezuela, si hubiéramos hecho algo similar… si todo el pueblo venezolano – AL UNÍSONO – hubiera decidido tomar sus calles, FRENTE A SUS VIVIENDAS y no abandonarlas - ni dejar que nadie transitara por ellas - hasta que hubiéramos sido libres de esta tragedia, sin hacerle caso a los llamados traidores de “nuestros” líderes “opositores”. Eso es lo que he venido llamando con una insistencia casi patológica: “LA GUARIMBA”.

Los muchachos de Serbia lograron deponer al “Carnicero de los Balcanes”, Slobo MIlosevic, en un mes menos de lo que habían calculado. El Dr. Gene Sharp les había dicho que en un año podrían sacar del poder al genocida tirano… y lo hicieron en once meses. Pero fue necesario observar las sugerencias del Dr. Sharp al pie de la letra. Aquellos muchachos serbios sabían que la fórmula para derrocar a las dictaduras modernas ya estaba descubierta y la publicaba el Instituto Albert Einstein de Boston, cuyo fundador era, precisamente, el Dr. Gene Sharp.

Lo que no pudo la OTAN a través de un mes de bombardeo cerrado, lo pudieron estos jóvenes mediante la estrategia de la resistencia cívica no-violenta… sin producir una sola baja.

Ese manual que emplearon los jóvenes serbios para deponer a Milosevic, se titula, justamente, “De la Dictadura a la Democracia”. Ahí está todo lo que hace falta para emprender una estrategia nacional de resistencia cívica no-violenta. Ese manual lo copiamos y lo distribuimos entre la gran mayoría de los líderes de la oposición. Nadie le paró medio.

Hubo dos organizaciones que intentaron emprender un movimiento de resistencia, pero de resistencia solamente llegaron a tener el nombre. Uno de esos movimientos, el más conocido, se llamó “Comando Nacional de Resistencia” (C.N.R.) y fue liderado por quien más tarde terminaría electo como el alcalde mayor de La Gran Caracas, contrariando una de las reglas inviolables de la resistencia: la NO PARTICIPACIÓN, entre otros eventos, en elecciones que organice y supervise el régimen. Ninguno de sus miembros dirigentes tenía en mente emular a los muchachos de Serbia, solamente utilizaron la esencia de la resistencia para lograr sus objetivos políticos, seguir engañando y llegar a compartir el poder con la tiranía, aunque fuese en un área tan reducida como una alcaldía o una gobernación.

El otro movimiento, más reciente, se llamó “Resistencia Activa”, dirigido por un ex oficial golpista del combo bolivariano. Aunque estos individuos hacen mayor uso de la terminología sharpiana, se identificaron con la comparsa de los políticos que aupaban la participación en las urnas electorales en control total del régimen, haciéndole el juego a éste. Nada que ver con un movimiento de resistencia al estilo de Serbia o de Ucrania, donde las elecciones fueron utilizadas, a sabiendas de que se fraguaría el fraude, como la espoleta para sublevar al pueblo. Nada de eso ha sucedido en las múltiples oportunidades que hemos tenido en Venezuela, donde luego del fraude, los dirigentes de la oposición son los primeros en cantar derrota, legitimando así la trampa y evitando con esa aceptación de la “derrota”, una sublevación cívica, activa, generalizada y sostenida.

El 22 de noviembre de 2004, comenzó en Ucrania lo que se conoce como “La Revolución Naranja”. Fueron campañas de protestas, huelgas, mítines y otras acciones de resistencia civil en toda Ucrania, en las que el pueblo no aceptaba el resultado del fraude electoral a favor del candidato progubernamental Víktor Yanukovich y salieron a la calle para aclamar al líder Víktor Yushchenko, logrando que se repitiese el proceso electoral.

Líderes de la oposición como Yuliya Tymoshenko se unieron a Yushchenko. La primera vuelta de las elecciones se había efectuado el 31 de octubre, ganando Yushchenko por 39.87% contra 39.32 de Yanukovich. La segunda vuelta se designó para el 21 de noviembre. Para evitar la inminente derrota de su candidato en esta segunda vuelta, los partidarios de Yanukovich realizaron falsificaciones masivas que escandalizaron a la sociedad ucraniana y se dispusieron a declarar la victoria de Yanukovich. Durante esta campaña Yushchenko, el candidato de la oposición, fue envenenado y estuvo al borde de la muerte. Aunque sobrevivió, su cara resultó desfigurada.

El 23 de noviembre el pueblo se enguarimbó saliendo a las calles para protestar de una manera generalizada y sostenida. En la Maidan Nezalezhnosti (La Plaza de la Independencia) de Kiev ya había 500,000 protestantes, y los mítines se extendían a otras ciudades, paralizando los órganos de poder y del gobierno.

El 3 de diciembre el Tribunal Supremo de Ucrania, presionado por el pueblo en las calles, resolvió que durante las elecciones hubo tal cantidad de irregularidades que violaban la ley, que era imposible saber su resultado real. El Tribunal, PRESIONADO POR UN PUEBLO DECIDIDO EN LAS CALLES, resolvió que había que repetir las elecciones el 26 de diciembre. Se efectuaron las elecciones, una vez más y bajo las constante presión del pueblo, en las que ganó el candidato opositor Víktor Yushchenko por 51.99% contra 44.20% de Yanukovich. La presidencia de Yushchenko se inauguró en enero de 2005 y se designó a Yuliya Tymoshenko como Primera Ministra, finalizando entonces la llamada "Revolución Naranja".

Para aquellos que hablan de la falta de historial democrático del pueblo cubano, como para que los venezolanos no se vean reflejados en el espejo de la isla caribeña, se les podría poner como ejemplo las guarimbas de Ucrania y de Serbia, entre otras. La mayoría de los actores libertarios en ambos países había nacido en regímenes totalitarios, sin embargo, a la hora de dar el paso al frente por la libertad de sus respectivas patrias lo hicieron, sin miramientos y sin comparaciones tontas.

“La Guarimba” al estilo venezolano, era muy sencilla de implementar, lo único que se requería de cada guarimbero era que bloqueara su calle, al frente de su vivienda (o guarimba), que no se desplazara más allá del frente de su vivienda y que no confrontara con el enemigo. ¡Nada más sencillo que eso! Si uno de cada diez venezolanos se hubiera plegado a la estrategia, sin desplazamientos, sin confrontaciones y bloqueando – ÚNICAMENTE – el frente de su vivienda, otro gallo nos hubiera cantado a todos.

El 5 de agosto de 1994 se produjo una guarimba en la Cuba de Castro, pero todo fracasó porque no se observaron las reglas doradas de dicha estrategia. Miles de personas se desplazaron hacia el Malecón, lo que constituyó el más grave de los errores. En pocas horas fueron controladas por las turbas del régimen y hasta ahí llegó el primer intento de sublevación cívica en la Cuba castro-estalinista. Si el pueblo cubano hubiera oído hablar de nuestra guarimba y se hubiera sublevado de manera generalizada, pero sin el mortal desplazamiento, otro hubiera podido ser el resultado. En eso estamos hoy y desde hace varios años: en promover “La Guarimba” en Cuba, porque mi tiempo se lo dedico a mis dos madres, Cuba y Venezuela y a una hermana adoptiva que he llegado a querer ya como se quiere a una hermana carnal: ¡Nicaragua!

Hugo Rafael Chávez, acabado de salir de la prisión luego de su intento golpista del año 92, se inspiró en la guarimba francesa para fomentar una sublevación cívica similar en Venezuela. Afortunadamente no fue oído por el pueblo, pero de haberse implementado, el Presidente Caldera no hubiera durado dos días en el poder.

¿Cómo fue la guarimba francesa que Chávez intentó implementar en la Venezuela de 1996?

Corría la primavera francesa de 1968 y el presidente era el General Charles De Gaulle. Todo se inició cuando se produjo una serie de huelgas estudiantiles en numerosas universidades e institutos de París, seguidas de confrontaciones con la universidad y la policía. El intento de la administración de De Gaulle de ahogar las huelgas mediante una mayor carga policial sólo contribuyó a encender los ánimos de los estudiantes, que protagonizaron batallas campales contra la policía en el Barrio Latino y, posteriormente, una huelga general de estudiantes y huelgas diversas secundadas por diez millones de trabajadores en todo el territorio francés (dos tercios de los trabajadores franceses). Las protestas llegaron a un punto tal que De Gaulle, al borde del colapso, se vio obligado a disolver la Asamblea Nacional y a celebrar elecciones parlamentarias anticipadas el 23 de junio de 1968.

De Gaulle pudo resolver el problema por la vía política, pactando con la Confederación General del Trabajo, el sindicato izquierdista y el Partido Comunista francés, claudicando ante ellos. Estos pactos lograron que los trabajadores franceses regresaran a sus puestos de trabajo.

Entre los logros de aquella SUBLEVACIÓN CÍVICA VIOLENTA, se cuenta el retiro del apoyo de Francia a la Guerra de Vietnam, el derrumbe de la “vieja sociedad” en muchos aspectos sociales, como los métodos educativos y la libertad sexual, entre muchos otros menos impactantes. El pueblo francés, temeroso de aquellos acontecimientos promovidos por la extrema izquierda francesa, se volcó a las urnas para darle un fuerte apoyo al partido gaullista, sin embargo, fortaleció también a la izquierda radical francesa y la puso en el camino hacia importantes posiciones del poder.

Faltó poco para que cayera el gobierno del General De Gaulle, a pesar de la fortaleza constitucional de su administración y de la cultura política heredada de la post-guerra por el pueblo francés.

Los regímenes comunistas, como el de Venezuela, entienden PERFECTAMENTE el poder de la SUBLEVACIÓN CÍVICA y lo han empleado en numerosas oportunidades, como en Bolivia, por ejemplo, que puso en la ruta hacia la presidencia al cocalero Evo Morales.

El derrocamiento del dictador Fulgencio Batista en Cuba se remató con la “huelga general” emprendida en los primeros días de diciembre de 1958. Unos meses antes, caía la dictadura del General Marcos Pérez Jiménez en Venezuela, a raíz de la SUBLEVACIÓN CÍVICA del 23 de enero (del 58), apoyada por un fuerte sector del estamento militar venezolano.

Si bien las condiciones objetivas de estos pueblos no fueron idénticas, las tapas de los pomos fueron las guarimbas (entendiéndose como “guarimba” a cualquier tipo de sublevación cívica), unas más violentas que otras, pero todas con una efectividad infalible. No en balde Hugo Chávez apeló a una guarimba a lo francés, para ahorrarse tiempo en su maquiavélico y satánico camino hacia el poder absoluto y autoritario en Venezuela. Solo que a él no le funcionó, porque el pueblo no le hizo caso.

Todos los pueblos tienen el derecho de sublevarse ante una dictadura, ante una tiranía, del color que ésta fuese. La estrategia de sublevación cívica, activa, generalizada y sostenida, donde al grueso del pueblo se le pide que bloquee su calle frente a sus respectivos hogares, que no se desplace más allá del frente de sus viviendas y que jamás confronte con el enemigo, se dio a conocer en Venezuela con el nombre propio de “La Guarimba”.

En enero de 2009, la presidenta de la Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, visitó Venezuela y le preguntó a Chávez, en cadena nacional de radio y televisión, qué cosa era “La Guarimba”, pues desde que llegó a Venezuela había escuchado ese término en bocas de muchos funcionarios y militares venezolanos. He aquí cómo Chávez se la explicó:

“La Guarimba, tú sabes, que aquí quieren trancar las calles… es una forma de golpe suave, es una estrategia. La estamos enfrentando con mano firme. Sí, guarimba es un término que viene de… ¿ah? ¿de? (Chávez pide ayuda a sus acólitos, haciéndose el pendejo al estilo de Castro, para que le ayuden a explicarle a la Cristina de dónde sale el término)... pero es un término que tiene una historia etimológica que en estos momentos no lo preciso. La Guarimba. La Guarimba es un plan subversivo. Salen en piquetes, sobre todo los hijos de los ricos… a quienes usan como peones, ¿no? Como punta de lanza. Trancan autopistas. Hace unos días le pegaron candela al Parque Nacional El Ávila. Gasolina y candela, pues. Es lo que ellos mismos llaman a eso, El Plan de La Guarimba. En una ocasión lo lograron, Cristina mira… Aquí hubo una ocasión, hace dos o tres años, en el 2004, donde trancaron todo el este de Caracas. Allí no podía salir nadie de su casa. Incluso, si tú querías salir, porque tenías que ir a trabajar, a llevar a un niño al colegio, te tiraban piedras… te quemaban el carro. Además, es un plan internacional. Hay una organización llamada OTPOR, que quiere decir Resistencia… y tienen unas manos así… que se la pintan de blanco. Son unas revoluciones de colores, así las llaman, que las lanzaron allá en la Europa del Este y en algunos países dio resultado… es subversión pero bajo una estrategia bien elaborada. Aquí la estamos enfrentando desde hace varios años.”

Ver el siguiente video:
http://video.google.com/videoplay?docid=-8234858588679598849
Chávez, en su ignorancia o en su cobardía, solamente tenía que haberle recordado a la Cristina la guarimba argentina que en diciembre del año 2001 sacó del poder al presidente Fernando de la Rúa y a varios presidentes más que intentaron controlar el descontento popular generado por la hipercrisis económica que culminó en aquel funesto corralito bancario.

Dos días después de la derrota de la opción del “NO”, el genuflexo Manuel Rosales (el homólogo de Eduardo Montealegre de Nicaragua) aseguró: “Aquí se acabo el cuento del golpismo y la guarimba, somos una alternativa democrática que seguirá el camino del civismo”.

¡Que le aproveche…!

En el año 2007, comencé a atacar duramente al Dr. Herman Escarrá en el periódico que dirigía entonces, “Venezuela Sin Mordaza”. Era más que evidente que estaba engañando, miserablemente, al pueblo demócrata con aquel cuento chino de “La Gran Marcha Sin Retorno”. Para entonces tenía una columna en Noticiero Digital, uno de los foros virtuales más importantes de Venezuela, y ahí le seguí dando durísimo al “Escarrá El Malo” (el “malo”, según Chávez, el “requetemalo”, según yo). Le di tan duro que me suspendieron de Noticiero Digital.

Al cabo de los dos años recibí una carta en la cual se me pedía que volviera a Noticiero Digital. Terminé abriendo un “chorizo” (o “hilo”) llamado “La Tribuna de Robert Alonso”. La conchupancia estaba de moda. Acababa de publicar en la red el video (de una hora) titulado “LA CONCHUPANCIA EN EL SOCIALISMO DEL SIGLO XXI”, con el Comandante Marlon Gutiérrez, en el cual éste nos explica – con impresionante exactitud – el fenómeno de la conchupancia en su Nicaragua natal. El video lo pueden bajar de la siguiente dirección: www.

La “oposición” estaba de capa caída. Las propuestas “guarimberas” estaban regresando a la “moda” y con ellas, Robert Alonso. Así que fui invitado a regresar a mi antigua casa, Noticiero Digital, donde comencé a promover los postulados del Dr. Sharp, los míos propios, la estrategia de la RESISTENCIA NO-VIOLENTA y la modalidad de sublevación conocida como “La Guarimba”.

“La Tribuna de Robert Alonso” llegó a tener casi 200mil lecturas y más de 300 páginas en tres meses. En ella se propuso, por primera vez en Venezuela, una “tarea” de volanteo y se sentaron las bases para la creación de las “células de resistencia” (las mismas que fueron tan efectivas en Valencia durante “La Guarimba” del año 2004) a nivel nacional. A mediados del mes de junio (2009), las presiones eran demasiado fuertes. Mi buzón electrónico reventaba de amenazas y Noticiero Digital comenzó a censurarnos, algo que jamás había hecho desde que “la tribuna” había sido creada.

Entre el 17 y el 19 de junio, fueron censuradas 29 notas, alegando cualquier bobería y tres miembros de “la tribuna” fueron expulsados de Noticiero Digital. Aproveché la primera censura que me hiciera el “Moderador No. 10” (según se “identificó”), para declararme el rebeldía. Exigí total libertad para seguir escribiendo, tal y como la habíamos tenido desde que fundamos el “chorizo”. Sabía que mis términos no serían aceptados. Había muerto “La Tribuna de Robert Alonso” en Noticiero Digital. Una prueba más que evidente de que en la Venezuela de Chávez no hay libertad de expresión y que los medios (Noticiero Digital es un medio de comunicación que funciona desde Venezuela) tienen que “bailar muy pegado” con el régimen para no sufrir un verdadero cierre, no como el “cierre” de RCTV: ¡como el de la CMQ de la Habana en la Cuba de Castro!

Me despedí de mis lectores en Noticiero Digital (ND) con la siguiente nota que publiqué en “la tribuna” antes de que la cerraran, definitivamente:

Amigos de esta "tribuna":

Creo que nos ha llegado el momento de decirnos ADIÓS. Dios me los bendiga a todos y que los ilumine por el mejor de los caminos.

Existe una INCOMPATIBILIDAD DE IDEAS entre Noticiero Digital y Robert Alonso y su familia. Según el veredicto oficial de Noticiero Digital: "el Decálogo limita el lenguaje soez (donde no somos muy estrictos por razones obvias) pero también otras violaciones, como, por ejemplo, la de llamar a una rebelión contra el gobierno nacional. Eso no se permite. "

De ahora en adelante se me permitirá jurungar la cadena, PERO NO PODRÉ SEGUIR TOCANDO AL MONO, aunque jamás llamé a rebelión alguna. Nada sorprendente, porque así es que vengo diciendo que funcionan los medios de comunicación social en Venezuela y ND ES UN MEDIO DE COMUNICACIÓN SOCIAL. Aquí se permite decir "casi todo". Un buen ejemplo de por qué Globovisión y RCTV están todavía VIVOS, junto a ND y Noticias 24 y otros medios, como Unión Radio, Radio Caracas Radio, etc. El día en que lo digan TODO, hasta ahí llegan. Más claro no canta un gallo.

En otras palabras, INVOCAR EL ARTÍCULO 350 en este foro viola las regulaciones, porque se estaría llamando a una sublevación en contra de un "gobierno" nacional. Promover "La Guarimba", lo mismo... incluso, promover la RESISTENCIA NO-VIOLENTA sería violatorio del llamado decálogo. Para ND, el régimen de Hugo Chávez es un "gobierno". Debo entender que, según ND, se trata de un gobierno demócrata: ¡un gobierno legal, que no viola nuestra constitución!

Hasta aquí nos trajo el río, queridos amigos. Con mi retiro, YA DEFINITIVO, dejo clara mi posición y QUEDA CLARA la posición de Noticiero Digital. Dios los ayude a todos ustedes.

Un fuerte abrazo solidario y mucha suerte,

Robert Alonso

"LA LIBERTAD ES COSTOSA, DEBEMOS ESTAR DISPUESTOS A PAGAR SU ALTO PRECIO... O A ACOSTUMBRARNOS A VIVIR SIN ELLA."

José Martí